Empezamos una aventura...

... parafraseando libremente a Ernest Shackleton:
Se buscan profesionales para peligroso viaje.
Amistades en huida. Frío penetrante.
Largos meses de completa soledad.
Constante peligro. Dudoso regreso a la vida sano y salvo.
En caso de éxito, honor y reconocimiento
.
¿Te atreves a cambiar el statu quo del sector de las Tecnologías de la Información?
Empieza comentando y opinando. Sin tí nosotros no tenemos sentido.


La tira diaria de Dilbert 20/09/2011

dilbert.com

Nuestra estrategia consiste en aumentar la cuota de mercado.

Estoy confundido. Pasé todo el año anterior tratando de disminuir la cuota de mercado. ¿Fue que un esfuerzo inútil?

No se preocupe. Wally me dijo que tiene un buen sentido del humor.

No estoy seguro.

miércoles, 11 de mayo de 2011

El último paga los platos rotos


Una verdad recurrente en el desarrollo de software es que los programadores pagan todos los errores, retrasos, carencias o ineficiencias en los pasos previos del proceso de desarrollo.  Muchas veces he pensado que este hecho era particular del proceso de desarrollo (ayudado por la incompetencia de muchos perfiles de consultoría). Esta mañana, esperando a que llegara mi compañera en su coche a recogerme he tenido tiempo de pensar en una metáfora que quisiera compartir.

Tengo la suerte de que me recogen enfrente de mi domicilio y me traen en coche hasta la oficina. Existen varios “acuerdos” más o menos formales: debo estar preparado entre las 8 y las 8 y cuarto de la mañana, pero se me avisa con una llamada perdida para que tenga tiempo de llegar al punto de recogida. Todo fácil.
Yo me planifico para estar listo para salir sobre las 8 de la mañana. Hay días que uno va sobrado de tiempo y me permite terminar tareas caseras pendientes; otros, por el contrario, voy mal de tiempo y, cuando suena el móvil con la llamada perdida, estoy terminando de arreglarme para salir. Es decir, el problema está en los límites inferior (las 8 de la mañana) y superior (las 8 y cuarto de la mañana).

Si mi compañera viene pronto (minutos antes de las 8) entonces hace la llamada de aviso en el último momento. Yo, que voy con mi planificación más o menos, me encuentro a medio arreglar y ya voy mal. Salgo con la lengua fuera. Malo para mí (y malo para ella que, normalmente le toca esperar).

Si, por el contrario, mi compañera viene tarde (minutos después de las 8 y cuarto) entonces hace la llamada de aviso pronto; supongo que tiene que ver con el agobio que lleva con la hora, intentando ganar tiempo al tiempo. Yo ya llevo un rato preparado y esperando la llamada y salgo rápido (o ya me han podido los nervios y he salido previamente al punto de encuentro). Resultado: me toca esperar más tiempo en la calle. Malo para mí.
 
En consecuencia, como soy el último de la cadena (como el desarrollador de software en el ciclo de vida de un sistema de información), soy el pagano de los platos rotos previos. Por defecto o por exceso.

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