Empezamos una aventura...

... parafraseando libremente a Ernest Shackleton:
Se buscan profesionales para peligroso viaje.
Amistades en huida. Frío penetrante.
Largos meses de completa soledad.
Constante peligro. Dudoso regreso a la vida sano y salvo.
En caso de éxito, honor y reconocimiento
.
¿Te atreves a cambiar el statu quo del sector de las Tecnologías de la Información?
Empieza comentando y opinando. Sin tí nosotros no tenemos sentido.


La tira diaria de Dilbert 20/09/2011

dilbert.com

Nuestra estrategia consiste en aumentar la cuota de mercado.

Estoy confundido. Pasé todo el año anterior tratando de disminuir la cuota de mercado. ¿Fue que un esfuerzo inútil?

No se preocupe. Wally me dijo que tiene un buen sentido del humor.

No estoy seguro.

miércoles, 7 de julio de 2010

El mundo es un lugar peligroso

La historia está plagada de reseñas sobre situaciones peligrosas en las que los protagonistas dieron lo mejor de sí mismos. Entre otras razones, la falta de espacio en los libros de historia ha impedido que aparezcan las pequeñas situaciones peligrosas que cualquiera de nosotros ha tenido que bregar en su vida; una de las razones por las que me gustan las redes sociales –o más concretamente, el concepto del muro- es que son un cuaderno de bitácora de todas esas pequeñas vidas.

Es ampliamente conocido el anuncio publicado en el Times por Sir Ernest Henry Shackleton para reclutar a la expedición que participaría en la Expedición Discovery, organizada por la Royal Geographical Society en 1901: "Men wanted for hazardous journey. Small wages. Bitter cold. Long months of complete darkness. Constant danger. Safe return doubtful. Honour and recognition in case of success." (Se buscan hombres para peligroso viaje. Salario reducido. Frío penetrante. Largos meses de completa oscuridad. Constante peligro. Dudoso regreso sano y salvo. En caso de éxito, honor y reconocimiento). Lo curioso de la fama lograda por esta historia es que el autor del anuncio ni siquiera era el líder de la expedición, y más gracioso todavía, el anuncio posiblemente nunca existió; algunos historiadores dicen que fue publicado aunque no hay unanimidad ni sobre cuándo ni en qué periódico ni ha podido localizarse el recorte de prensa original[1].

A poco que haga memoria el lector recordará fácilmente una decena de situaciones, de pequeños momentos que seguramente fueron más peligrosos y significativos para sus vidas. Sin menospreciar un ápice la importancia de una expedición a la Antártida o ascender al Everest, para cada uno de nosotros e incluso para nuestro círculo más cercano, han sido mucho más significativas esas incontables situaciones que nos han hecho tomar decisiones cuyas consecuencias hemos disfrutado o sufrido durante años.

Sería fácil inferir que el mundo es un lugar peligroso; pero si lo pensamos un poco mejor veremos que ese peligro es lo que hace del mundo un lugar interesante para vivir. Si no asumiéramos un mínimo de riesgos seguramente no saldríamos de nuestras casas por miedo a que una cornisa se nos caiga encima o el autobús nos lleve por delante; todas ellas, situaciones que suceden pero que son, probabilísticamente hablando, poco probables. Además, lo mejor de nosotros mismos se ha producido cuando hemos asumido algún riesgo; limitado, controlado, calculado pero riesgo al fin y al cabo.

El proceso de globalización en el que estamos inmersos como sociedad y que nos define en este principio del siglo XXI nos dibuja un entorno peligroso: el mundo, si antes era un lugar peligroso, ahora se ha convertido en un lugar extremo. O no… Si cambiamos nuestro punto de visión (que no nuestro punto de vista) y eliminamos la visión que tenemos como ciudadanos de un mundo desarrollado y opulento, podremos estar de acuerdo en que el mundo se ha convertido en un paraíso de las oportunidades: para los millones de ciudadanos de países en desarrollo o, incluso, subdesarrollados, que han tenido la suerte de poder acceder a una formación educativa con un mínimo de calidad y duración, las oportunidades que se les abren de mejora son muy similares a las que se abrieron para las generaciones del baby-boom en los países desarrollados. La peligrosidad que identificamos en el proceso de globalización tiene más que ver con la perdida de condiciones de vida que con el proceso en si mismo.

A esta situación la denomino “la paradoja del autobús”; si usted, en un día lluvioso está en la parada del autobús esperando su llegada, cuando le vislumbra al final de la calle, lleno de gente, lo primero que piensa es: “seguro que para, todavía cabemos unos pocos mas”. Pero si usted está ya subido en ese autobús, con el mismo número de pasajeros ocupándolo, cuando vislumbra entre los brazos la próxima parada piensa: “el conductor no parará; aquí no cabe nadie más”. Simplemente, nuestro punto de visión nos condiciona a la hora de identificar la misma situación. Exactamente igual que con la globalización.

Este libro trata de un mundo peligroso pero, a la vez, apasionante. Soy de los que piensan que para poder vender patatas hay que saber (al menos algo) plantar patatas; o como dice el refranero español “zapatero, a tus zapatos”. Por eso, este libro se centra en las Tecnologías de la Información y el mundo (o submundo) que la rodea. Pero, sobre todo, pretende ser un libro optimista; no voy a caer en el manido eslogan de decir que dónde unos ven crisis otros pueden ver oportunidad. Lo que si seremos es sinceros; y la sinceridad tiene un problema: puede concitar opiniones en contrario. Creo que sería peor ser políticamente correcto con lo de aburrimiento que conllevaría.

Hemos estructurado la información en tres grandes apartados; en el primero nos centraremos en modelos de negocio. Al final, un sector que nació desde la innovación, como el de las tecnologías, ha copiado los modelos de negocio de los sectores tradicionales. El objetivo inicial de ayudar a optimizar los negocios y las empresas ha terminado convirtiéndose en un sálvese quien pueda y un monopoliza lo que queda. Una técnica para destapar situaciones inmantenibles es la comparación. Compararemos mucho y hasta es posible que arranquemos algunas sonrisas; lo que no sabemos es si serán nerviosas…

El segundo apartado se parece mucho a una cruzada personal: estoy seguro que cualquier persona sensata evitaría vivir en una vivienda construida sin planos y dónde las decisiones se hubieran tomado, con todos mis respetos, por el aprendiz de albañil al que pusieron a hacer los cimientos porque pasaba por allí. Tampoco se dejaría operar por un cirujano que no tuviera un mínimo plan de cómo realizar la intervención a vida o muerte en la mesa del quirófano. En cambio, muchas personas hacen escarnio de temas como la metodología, la calidad y los estándares en relación a las Tecnologías de la Información. Si se les dejara, el cuerpo les pide pedir cuarto y mitad de aplicación de negocio y marchando rápido. Curiosamente, este colectivo del escarnio no son los que mal daño hacen a los profesionales del sector que quieren realizar proyectos con un mínimo de rigor y calidad; los peores son los que dicen que utilizan metodologías, calidad y estándares de boquilla; les queda bien en las presentaciones comerciales como les quedaría bien una foto de Megan Fox o de Larry Scott.

Como ha sucedido en todos los momentos de la historia en los que se han producido avances para los seres humanos, el primer paso ha sido tomar conciencia de lo que estaba mal. El tercer apartado es nuestra aportación a esa conciencia colectiva. Veremos que el sector más tecnológico es el que menos utiliza las tecnologías para optimizar su negocio; es como el graciosillo del grupo que hace chistes sobre todos pero que no admite que se rían de él. Eso si, utiliza un montón de palabros complicados, especialmente en inglés, para dar la sensación de modernidad. El objetivo es que parezca que todo ha cambiado para que nada cambie. Para nosotros conceptos como nearshore, offshore, outsourcing o similares son más de lo mismo; lo único que pretenden es optimizar las cuentas de resultados de las organizaciones actuales en el sector de las tecnologías. Pero si algo ha cambiado con Internet es que el poder ha pasado a manos de los individuos; las organizaciones, en su concepto físico han perdido parte de su razón, siendo, en muchos casos, reductos de un pasado que nunca volverá. Lo virtual ha llegado para quedarse y las organizaciones virtuales nos dan la flexibilidad sin perder (incluso ganando) robustez en las relaciones, incluidas las profesionales. Como hay que utilizar la misma estrategia para vencer al enemigo, que mejor que utilizar un término en inglés; el nuestro es VirtualShore.

Bienvenido a un nuevo mundo, peligroso a la vez que ilusionante. La (r)evolución ha comenzado.

(Introducción del libro VirtualShore, Cambiemos el sector de las Tecnologías de la Información que estoy preparando). Opina sobre él.

[1] Puede consultarse una estupenda reseña sobre este personaje y la historia que le envuelve en: http://es.wikipedia.org/wiki/Ernest_Shackleton