Empezamos una aventura...

... parafraseando libremente a Ernest Shackleton:
Se buscan profesionales para peligroso viaje.
Amistades en huida. Frío penetrante.
Largos meses de completa soledad.
Constante peligro. Dudoso regreso a la vida sano y salvo.
En caso de éxito, honor y reconocimiento
.
¿Te atreves a cambiar el statu quo del sector de las Tecnologías de la Información?
Empieza comentando y opinando. Sin tí nosotros no tenemos sentido.


La tira diaria de Dilbert 20/09/2011

dilbert.com

Nuestra estrategia consiste en aumentar la cuota de mercado.

Estoy confundido. Pasé todo el año anterior tratando de disminuir la cuota de mercado. ¿Fue que un esfuerzo inútil?

No se preocupe. Wally me dijo que tiene un buen sentido del humor.

No estoy seguro.

lunes, 10 de mayo de 2010

¡Viva la mediocridad!

¡Niño! Deja la pelota y ponte a estudiar. Esta es una frase que los que ya tenemos algunos años hemos oído a nuestros padres. Luego, la vida demostró que los niños que siguieron con la pelota, cualquier pelota, terminaron con su nombre en camisetas o con sus fotos en las carpetas de las adolescentes de varias generaciones (claro que nos olvidamos de todos aquellos que no llegaron, pero los que llegaron, llegaron muy lejos). Incluso, esos niños de la pelota consiguieron que una sociedad se planteara reducirles los impuestos porque, pobrecitos, se iban a tener que jubilar a los treinta y pocos años…

En cambio, del que continúo estudiando, dejando la pelotita, no nos acordamos. Consiguió, con su esfuerzo, una titulación universitaria que le aseguraba, o eso nos decían, una vida profesional llena de oportunidades. Antes de continuar quiero aclarar una cosa: no digo que el esfuerzo de un deportista de elite no deba ser valorado; no pongo en duda sus especificidades; pongo en duda la valoración que la sociedad hace de unas personas que sudan detrás o delante de una pelota, un volante o lo que sea, en comparación con la que se hace de unas personas que se levantan a las siete de la mañana y pasan sus días haciendo la labor para la que se han preparado durante años de duro sacrificio personal y familiar estudiando unas técnicas concretas. También es verdad que una persona que baja a la mina, conduce un autobús o pone ladrillos me puede decir que para penalidades las suyas y que puestos a minusvalorar sus profesiones ya tienen ellos pleno. O que puestos a no valorar algo que se lo pregunten a los profesores de nuestros hijos, los cuidadores de nuestros ancianos, etc.

A esto ya estaba acostumbrado; ya tenía asumido que tener una titulación universitaria, un doctorado y una vida de continua mejora no era algo de lo que uno puede presumir públicamente sino que es mejor casi esconder no genere la chufa en una reunión de cervezas. A lo que no estaba acostumbrado es que la mediocridad triunfe. Puedo asumir que un chavalín que conduce una moto a todo trapo sea un ídolo de mis hijos pero me es más difícil asumir que el compañero, el responsable, el político más mediocre, haciendo una gestión diaria mediocre termine teniendo razón y sea el que termine triunfando (o, al menos, no fracasando). Me niego a asumir que se premie al gestor que prefiere una empresa de renombre que le haga una chapuza a intentarlo con esa empresa pequeña creada por unos emprendedores que le ofrece la solución a su problema de negocio; que se valore más los bonus anuales y la plaza de parking que la mejora del negocio. Que a eso se le llame asegurar el negocio y no destrozarlo.

Hoy me he encontrado con que una buena persona amiga se ha encontrado fuera de su puesto de trabajo por hacer las cosas lo mejor posible; todo por el miedo de un responsable a defender la profesionalidad por encima de la mediocridad. Lo peor es que el mediocre que ha permanecido agazapado haciendo como que trabajaba, sin pisar ningún callo, apareciendo como un no-competidor (que se parece mucho a un incompetente) termine ocupando el puesto para el que no está preparado ni merece. Seguro que terminará ascendiendo en la organización hasta puestos de mayor responsabilidad. Esto ya lo había vivido otras muchas veces, pero esta vez me ha sentado peor; debe ser la edad.

Seguramente, iniciativas como SoftAuction no funcionarán; por sus propias carencias (no todo es error ajeno) o por las carencias ajenas. Al menos, yo podré decir a mis hijos que lo intenté; que un buen día deje de quejarme de lo mal que está el sector de las Tecnologías, de oír a recién titulados en Ingeniería Informática que no iban a trabajar en el sector, de soportar las quejas de unos empresarios que veían la Tecnología como un problema más que como una solución. Y que, con mis limitaciones, intenté hacer otra cosa. Puedo admitir una sociedad dónde se valore más el sudor que la profesionalidad, pero no puedo admitir que la mediocridad y la cobardia triunfe.

Va por ti, rubita!

2 comentarios:

mcanno dijo...

Enhorabuena.
Se llama meritocracia, y efectivamente no está bien visto.... Pero es lo que triunfa ....entre la buena gente a la larga. A veces muy larga y a veces la buena gente es muy poca.
Ánimo. Yo creo que el camino que has escogido es un buen camino. Bueno no significa fácil.
Suerte. Que solo viene cuando la buscas.

SoftAuction dijo...

Gracias por el comentario. Y sí, la suerte hay que buscarla.

En vez de meritocracia me gusta más el concepto de excelencia; creo que lo excelente debe de primar sobre la mediocridad.

Una última petición: ¿alguna propuesta para que la suerte nos encuentre en este camino? Estamos abiertos a las ideas de los demás (bueno, no sólo abiertos, sino que deseosos).